Mi camino por la nutrición empezó hace muchísimos años atrás, al inicio mi cambio se vio impulsado por un tema físico. Tengo una genética familiar de sobrepeso, obesidad, diabetes y lo que yo llamo “el alma gorda”, así que a los 14 años decidí cambiar mi destino pasando por todo tipo de dietas con tal de estar “flaca” desde la dieta Scarsdale o sopa milagrosa, hasta la de los “3 días” donde verdaderamente casi no comías nada.
Producto de estas dietas extremas, termine sufriendo de hipotiroidismo por los cambios que yo misma había causado en mi metabolismo. Esto empezó a cambiar cuando empecé a estudiar, luego entre en el mundo de las calorías y todo lo light, si también tuve mis años presa en el mercadeo de productos mientras estaba en la universidad en Estados Unidos y era el boom de lo “low fat” y de todo lo “free”.
Me tomó muchos años comprender que esto no se trataba de ser flaca, de lograr tener menos curvas o quitarme los rollitos de encima. Comprendí que el mundo de la nutrición es un mundo maravilloso que nos permite nutrirnos de manera integral, no es un mundo de castigos, de morirse de hambre o de pasar sufriendo con el “no puedo comer esto, o no puedo comer lo otro”. Es un mundo de libertad y balance donde elijo comer saludable porque quiero nutrir mi cuerpo y vivir en armonía conmigo misma.